Literatura y Derechos Humanos
Claramente iba a escoger este tema. Digo esto
por que yo estudio derecho, y no hay mayor entusiasmo para un abogado (aún si
es en proceso) que hablar sobre el Derecho, y mucho más, el tan interesante
tema de los Derechos Humanos. Estos derechos que se han venido desarrollando
desde la Constitución de Cádiz de 1812 en las Antillas hoy en día se visten de
un color mas magnífico y con decoroso.
Alguien trae a la discusión el termino “derecho humano” y la
conversación agarra un tono de seriedad y respeto aún más profundo. Al parecer
las sociedades de hoy en día han comprendido la inmensidad e importancia de los
derechos humanos, es decir, los derechos fundamentales a la esencia de lo que
hace a una persona efectivamente una persona.
Estos derechos, que parecen salir de corrientes
naturalistas pero que ahora son positivizados en los distintos sistemas
jurídicos a través del mundo, cubren aspectos desde la libertad de expresión,
de ser, de pensar, de actuar y de vivir. Nos son el respaldo y garantía máxima
de que nuestras vidas no se verán trastornadas en manos de terceros indeseados.
Por el simple hecho de ser “humano” es que adquirimos estos derechos. Pero he
ahí un punto de controversia y discusión, de donde salen distintos pensamientos
que se dan la labor de determinar exactamente que es el ser un “humano” y
cuales son los límites y alcances de este. O es que, ¿Acaso somos los humanos
ilimitados? Muchas discusiones se plantean alrededor desde esta incógnita;
claro ejemplo es el tema de la pena máxima, o la pena de muerte dicho más
sencillamente. En este breve escrito, me gustaría adentrar sobre esta temática,
esta categorización de lo que es un humano, sobre todo al hablar sobre las
comunidades indígenas y rurales.
A través de este curso de Comunicación, nos hemos
plantado en los temas de identidad y raíces. Nuestra identidad y nuestras
raíces. La verdad innegable es que nuestra identidad y raíces no salieron de
una metrópoli, salieron del campo, del cultivo y la ganadería, de la comunidad
indígena y rural. Estas mismas raíces, las sociedades modernas han cortado, han
desconocido y, sobre todo, deshumanizado. El documental de “Home in a foreign
land” resulto muy impactante para mí. Increíble, y no en el buen sentido. Fue
horrorizante ver y escuchar los testimonios de personas que viven en la
ruralidad y comunidades indígenas. Escuchar sus problemas y dolores, los
cuales, de acuerdo a los derechos humanos, no deberían ser. Estas personas han
sido silenciosamente excluidas de este sistema protector, porque no niego la
eficacia de los derechos humanos o su importancia, pero recrimino el hecho de
que mienten. Mienten al llamarse humanos, porque han dejado por fuera a los
humanos que de verdad lo necesitan más; a los humanos que de verdad son los más
humanos.
Cuantas violaciones a los derechos humanos no
hay por día hacía estas personas, que los noticieros no cubren, de los cuales
los escritores no escriben, en los cuales la ley no ejerce. Estos derechos
humanos resultan no ser tan humanos a fin de cuentas. Si no son para los
desfavorecidos y maltratados, ¿Entonces son para los privilegiados?